martes, 30 de octubre de 2007

¡Bailando se destruyen los sueños!

Ese es el título de un escrito que leí en la red. Toda vez que comparto en 100x100 lo que en el mismo se expresa reproduzco el texto tal como me llegó.

Abro Comillas

¡Bailando se destruyen los sueños!

Por: Kevin Evandro Sánchez Saavedra

Estuve tratando desde el año pasado de convencerme de no escribir sobre lo que ahora pretendo. Creí perder el tiempo en cuestiones triviales que juegan con los sentimientos del público y con las enfermedades, problemas y padecimientos de niños, jóvenes, adultos y ancianos. Sólo que esta vez pude notar con mayor fuerza lo maquiavélico que puede ser un programa televisivo que pretende hacer creer que sólo se baila por un sueño, por salvar vidas si es preciso, cuando en realidad lo que en el fondo puede enmascarar es: que los problemas sociales o enfermedades sin poder sanar, son el resultado del destino y no de circunstancias estructurales y de una construcción clasista del mundo en que vivimos. Situaciones que hacen que unos pocos puedan realmente hacer sus sueños realidad y otros que tengan que bailar para recibir el apoyo de sus muchos iguales mediante una llamada telefónica que pueda salvar sus vidas o resolverles sus problemas.

El programa televisivo Bailando por un sueño, y todos aquellos que hacen del afecto y la solidaridad una bufonada (ejemplo, Qué tal si te digo, Tu día de Suerte, etc.), lleva a crear adictos de la televisión y adictos del sufrimiento de otros. No hace falta que tengamos que luchar por nuestros derechos económicos y sociales. Por las injusticias de nuestro país que llevan a estar a un 40% de la población en condiciones de pobreza. Por las circunstancias creadas que mantienen en la exclusión a un 98% de la población indígena. No necesitamos transformar las estructuras económicas que conllevan a muchos niños a la muerte en este país, por falta de una atención médica oportuna; mientras se invierten doce millones de dólares más en partidos políticos y campañas compradoras de votos y consciencias.

No es necesario nuestra voz de protesta, nuestra discrepancia con la manera como se distribuye la riqueza en este país, la forma como se han resulto los problemas sociales. Ya no es necesario atacar la corrupción ni prácticas que atenten contra la seguridad pública. No. Ahora, en la comodidad o hacinamiento de nuestra casa, luego de una buena o soñada cena, ricos, no tan ricos y pobres, ayudamos a que otros resuelvan sus problemas, enfermedades y sufrimientos mediante una llamada. Mediante una tarjeta de teléfono que salva vidas. Hizo falta una de esas cuando murieron cientos de personas en el lamentable caso del envenenamiento por Dietilenglycol (muchos y muchas aún siguen con vida, pero con años reducidos). También hizo falta una llamada salva vidas o soñadora cuando se incendió aquel bus y murieron varias personas frente al templo Hosanna (hecho del cual hoy se cumple un año).

El mensaje en Bailando por un sueño o llamando por un sueño, como muchos panameños también llaman, está presente. Abona el terreno para sembrar sentimientos de impotencia que generan los muy variados, escandalosos y corajudos casos de impunidad y de injusticia social en este país. Colabora en mantener el borregüísmo, la apatía y el desánimo. Nos hacen creer que las estructuras económicas y sociales de la desigualdad deben ser eternas. Total, que sean otros los que inútilmente reclamen por sus derechos. ¡Bailando se destruyen los sueños de un mundo realmente justo! ¡No hay peor ciego que el que no quiere ver!

Kevin Evandro Sánchez Saavedra
Investigación y Comunicación
SJR-PANAMÁ


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Y a esto agregó Yo,
No es esto además un negocio para los que promueven este tipo de eventos? Qué porcentaje les toca de los ingresos que producen estas llamadas?
Las telefónicas que aumentan sus ingresos con estas llamadas, abonan algo a los que deben recibir "el supuesto beneficio"?

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