martes, 23 de junio de 2009


No podemos perder a Bernal
Rubén D. Córdoba Barría

Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas

La noticia sobre la “posible expulsión de Bernal” me llevó de inmediato a la reflexión sobre la vieja, pero no por ello menos injusta y atropelladora persecución que padece el profesor Miguel Antonio Bernal en la Universidad de Panamá (UP), sólo por disentir de la actual administración. Y es que, lastimosamente, los timoneles de la casa de Octavio Méndez Pereira han convertido el disenso, elemento consustancial a toda sociedad democrática, en una falta disciplinaria. Como ex alumno de la UP, auténtica universidad del pueblo panameño, hago un llamamiento a la sensatez a la “comisión disciplinaria”, al Consejo Académico y al propio rector Gustavo García de Paredes, quien como autoridad, merece todo nuestro respeto.

Han pasado ya cinco años desde que este “proceso disciplinario” fue suspendido a raíz de una advertencia de inconstitucionalidad interpuesta por el Prof. Bernal en su justo intento de defenderse dentro de un proceso abiertamente inquisitivo, con todo un aparato institucional alineado en su contra. Considero que las autoridades universitarias deben cerrar este capítulo y desistir de ese proceso disciplinario, permitiéndole a la universidad del pueblo salir de esta clase de diatribas y avanzar en su labor de educar a nuestra gente, formar profesionales idóneos y con conciencia social en todas las ramas del conocimiento y actualizar sus planes de estudios; en fin, dedicarse a las labores propias de la Universidad.

Algunas razones, a mi juicio, por las cuales Bernal no debe ser despojado de su cargo de profesor en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la UP son:

1. Cumple religiosamente con la asistencia a clases y calidad de la enseñanza; sólo recuerdo una ausencia por razón de un compromiso ineludible, anunciándolo con antelación a sus estudiantes.

2. Trata a sus estudiantes dentro de un marco de respeto y nunca ridiculiza ni avergüenza a ninguno de sus alumnos, a diferencia de algunos profesores que sí lo hacen, consciente o inconscientemente.

3. Está entre los profesores universitarios de mayor peso en la historia política panameña de las últimas tres décadas, poniendo en peligro su propia vida en la lucha por la democracia y los derechos humanos, lo cual demuestra una extrema coherencia entre lo que dice en sus clases y lo que hace en la práctica, dando en ese sentido, un buen ejemplo de lucha y de vida a sus alumnos.

4. Es un auténtico agitador de conciencias, logrando despertar o agudizar el pensamiento crítico en muchos de los que recibimos sus enseñanzas.

En fin, la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Panamá y las futuras generaciones de estudiantes perderían mucho si Miguel Antonio Bernal es despojado de su cargo de profesor, y es que más que a un docente, perderíamos en esa instancia a un sembrador y cultivador de ideas, inquietudes y anhelos; en suma, un meritorio hijo del Istmo.


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