Manuel Castro Rodríguez.
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El 2 de mayo de 2004, Martín Torrijos fue elegido presidente de la República, al recibir el 47% de los votos emitidos. Se comprometió con los ciudadanos en devolverles la confianza en sus gobernantes, para lo cual tenía —y tiene — una amplia mayoría en la Asamblea Nacional de Diputados.
Unos meses antes de las elecciones, el 15 de enero de 2004, en la convención del PRD en Atlapa, el candidato Martín Torrijos dijo: "El compromiso de la alianza Patria Nueva no es con los problemas, es con las soluciones". Pero, a pesar de que el candidato Torrijos había prometido que iba a resolver el grave problema del transporte público y que durante su administración se han producido dos trágicos accidentes —que se podían haber evitado —, el presidente Torrijos ha demostrado que no lo va a solucionar. El Ejecutivo ha dado señales inequívocas de que ha decidido postergar indefinidamente la solución integral a la crisis del transporte público en la capital.
El 23 de octubre de 2006, 18 personas murieron incineradas en un autobús. La sociedad le exigió al Gobierno que solucionase la crisis del transporte público. Tal parecía que la tragedia sería el detonante para ello. Subestimamos al poder político. El Ejecutivo formó una comisión para ganar tiempo; después, decidió construir una costosa cinta costera -200 millones, que en nada beneficiará a los usuarios de autobuses. El Legislativo nos entregó uno de sus habituales engendros, concebidos para evitar que la calidad de vida del ciudadano mejore: lo único que hizo fue encarecer los trámites para obtener y renovar la licencia de conducir.
Diecisiete meses después, en la madrugada del 15-3-2008, chocaron dos buses que hacían 'regata', ocasionando 2 muertos y 31 heridos. El 17-3-2008, la asociación de usuarios 'Movimiento 23 de Octubre' emplazó al presidente Torrijos para que buscara soluciones inmediatas a los problemas del transporte público, ya que desde el 23-10-2006 han muerto 67 personas y otras 700 han resultado heridas en accidentes en los que han estado involucrados vehículos del transporte público. David Ramírez, cuyo hijo murió incinerado el 23-10-2006- declaró: "Como todo el país, fuimos testigos del accidente del sábado pasado, y son increíbles las similitudes con la tragedia del 8B-06. Ha pasado un año y cinco meses y volvemos a oír que pasajeros claman a un chofer para que disminuya la velocidad y se detenga, pero el conductor no les hace caso".
El presidente Torrijos volvió a prometer que solucionará el problema; dijo que después de Semana Santa anunciará "algunas medidas para tranquilidad de los usuarios del transporte público". Vuelve a tratar de ganar tiempo.
Cuando se empezó a conocer sobre las muertes producidas por el envenenamiento masivo con dietilenglicol, el ministro de Salud ocultó y distorsionó la información, y el presidente creó una comisión. En varios artículos expliqué cómo se podrían haber evitado estas defunciones, si las autoridades sanitarias hubiesen aplicado el control y aseguramiento de la calidad de los fármacos, antes y después de haber sido producidos. Tragedias como la de los accidentes del transporte público y del envenenamiento masivo con dietilenglicol, pueden repetirse, dado que nuestras autoridades se niegan a tomar las medidas imprescindibles para proteger la vida del ciudadano.
El candidato Torrijos también nos prometió más seguridad, la que le permite a un ciudadano desenvolverse sin poner en peligro su vida. La seguridad ciudadana comprende la amenaza y lo que la protege. Por una parte, abarca lo relacionado con la violencia, criminalidad y accidentalidad vial. Por la otra, incluye el quehacer de las diversas instituciones relacionadas con su promoción y protección. La seguridad tiene dos dimensiones fundamentales: los hechos y el sentimiento de seguridad. Ambos unidos, pero su relación no siempre es directamente proporcional.
De los primeros —las faltas, delitos y accidentalidad — podemos ser responsables, víctimas, testigos, aparecer en los medios de comunicación, en las estadísticas, etc.
Mientras que el sentimiento de seguridad es un producto cultural, donde interviene el pasado, el presente y el futuro de cada persona. Dependiendo de los resultados de esa mezcla, cada cual percibe el grado de seguridad de su vida. Con los aciagos acontecimientos ocurridos durante la administración Torrijos ¿usted considera que su vida está segura?
En el discurso realizado en Atlapa, el candidato Martín Torrijos también dijo: "En serio, al término de mi gestión mi mayor recompensa sería escuchar a los panameños y panameñas decir: Tengo comida, tengo agua, tengo salud, tengo educación, tengo casa, tengo mi jubilación asegurada, no tengo mi sueldo empeñado, y sobre todo, tengo futuro". Sin embargo, durante su administración se ha deteriorado significativamente la calidad de vida del ciudadano. Las enormes carencias en alimentación, educación, salud, transporte público, seguridad, etc., provocan el descontento y el aumento en la cantidad de quejas que diariamente expresan los ciudadanos, que solo son medianamente atendidas cuando cierran las calles. Siguen tratándonos como súbditos.
Como nos dice Friedrich Nietzsche: "Lo que me entristece no es que me hayas mentido, sino que ya nunca más podré confiar en ti".
-El autor es catedrático.
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