TPC: Todo Panamá Colonizada
Nos encontramos ante la nueva y reiterada venta-entrega-repartición del país que realiza la oligarquía panameña a través de la ratificación del mal llamado Tratado de Promoción Comercial, TPC?
Urge analizar y develar lo que esconden a la ciudadanía los partidos políticos, los gobiernos, los medios de comunicación y las iglesias. Llámese TLC o llámese TPC, se trata, ni más ni menos, que de la venta y entrega de los intereses nacionales a la oligarquía panameña y sus socios políticos, militares y comerciales en los gobiernos de los Estados Unidos.
El hecho de que Regina Vargo, antes plenipotenciaria del gobierno de USA en las negociaciones de los TLC con los países de América Latina, haya sido contratada por el gobierno de Panamá para CABILDEAR entre los mafiosos congresistas gringos a favor del TLC nos revela la agenda de traición y venta de la patria que, sin rubor, evidencia el gobierno y la oligarquía panameña.
La oligarquía panameña sabe y es consciente de todas las sandeces y estupideces que están diciendo y haciendo para asegurar la progresiva venta y entrega de la Nación panameña. Llamar Tratado de Promoción Comercial (TPC) a lo que en esencia representa la recolonización de la patria panameña y decir que se trata de una "nueva terminología", además de supina demagogia, constituye una estupidez mayor.
La realidad nos señala que estamos gobernados por avaros vendepatrias que desprecian la nación panameña y trabajan contra de los intereses de la patria. Las consecuencias nefastas de esta política de avaricia y entreguismo la estamos viendo y sufriendo -cada ves- con mayor intensidad en el país. La violencia que se ha apoderado de todos los rincones de la patria, afectando más a los más empobrecidos, es consecuencia de la concentración y acumulación de las riquezas a las que están dedicados los poderes públicos y los auto nombrados padres de la patria.
Para mantener vigente esta política de traición y entreguismo, verdadera y única agenda de los partidos políticos en Panamá, los dueños de estos partidos han promovido e intensifican el fenómeno de la CORRUPCIÓN en todos los ámbitos. La corrupción cuenta con el respaldo de todos los poderes públicos. No hay corruptos sin corruptores. La corrupción que se practica en el ámbito internacional también se practica en el país.
El silencio cómplice abraza a la mayoría de las instituciones sociales y religiosas. Dominadas y secuestradas por la política del salpique, los privilegios y las exoneraciones, las instituciones hacen reverencia al sistema de corrupción que correo los cimientos de la Nación.
La gran mayoría de las instituciones sociales, incluyendo los sectores religiosos de la alta jerarquía de la Iglesia Católica , se convierten en refuerzo de la corrupción que sólo es criticada de manera abstracta y con lenguaje esotérico con el fin de no identificar, ni en broma, los principales responsables que se enriquecen y acumulan propiedades sobre propiedades y privilegios sobre privilegios.
Los políticos dueños y amos de los partidos, ministros, sindicalistas, legisladores, obispos, curas, jueces, magistrados y periodistas, en su gran mayoría, y cada cual desde su espacio y en su ámbito, refuerzan en la población las estupideces del sistema fundamentado en el lucro y la ganancia a costa de la opresión, explotación y la muerte de los panameños de a pie.
En su plan de enmascaramiento de la realidad, los amos, señores y esclavos del poder realizan críticas abstractas, como parte del plan de distracción y distorsión de la realidad. Encorbatados y ensotanados, fieles al sistema, dominan los espacios en los medios masivos de comunicación. Desde allí, los sistémicos hacen “verdades” de mentiras y de mentiras hacen “verdades”; convierten en “honorables” a maleantes, estafadores y corruptos, mientras tachan y persiguen a los empobrecidos y a todo aquel que cuestionen sus corruptelas.
Los temas alarmantes que asfixian la vida de los panameños y panameñas: la terrible inseguridad ciudadana y la violencia generalizada, corre como reguero de pólvora en los barrios marginados y empobrecidos del país. El desastre incalificable del transporte público, absolutamente privatizado y bajo la jefatura, también absoluta, de empresarios corruptos, acogota hasta la muerte a la población panameña. Los familiares de los 18 panameños calcinados en el bus siguen esperando por la justicia negada, mientras que la población entera sigue secuestrada a manos de la mafia del transporte.
La población panameña empobrecida es condenada a mal vivir en viviendas precarias que cíclicamente son presas de voraces incendios que causan desastre y dolor. Las autoridades ven en estos desastres una fuente de propaganda y publicidad de su nefasta y negligente gestión gubernamental, por lo general, intentan sacarle provecho político de las desgracias que los señala y hace responsables. Los panameños de abajo conviven marginados y en la miseria del desempleo, al lado del negociado artificial de la construcción de suntuosos y lujosos edificios, enormes moles de concreto armado.
La compra y venta de tierras en playas y montañas, favoreciendo la concentración de los pudientes y burlando todas las leyes, se hace con el aval de las autoridades. La promoción absurda de represas en todo el país pone en jaque a cientos de comunidades campesinas e indígenas y se convierte en otro atentado más contra los ecosistemas. La venta y alquiler de armas a la juventud por parte de funcionarios de la Policía Técnica Judicial (PTJ) es solamente una muestra de la corrupción sin límites que abraza los estamentos gubernamentales en Panamá
En este contexto se le impone al país el mal llamado Tratado de Promoción Comercial, que sin duda viene a significar TODO PANAMÁ COLONIZADO. Los Tratados de Libre Comercio (TLC), no son TRATADOS, no son LIBRES y no son sólo de COMERCIO. En realidad NO es un tratado, porque un tratado se realiza entre dos partes que buscan acuerdos y beneficios para ambas partes, conscientes de que ambas partes cederán aspectos que no lesiones sus intereses fundamentales. Contrario a ello, en los TLC, los Estados Unidos garantiza, por encima de todo, sus intereses políticos, económicos, comerciales y militares y subordina los intereses de los países en donde impone sus TLC.
Colectivo Panamá Profundo.
Fin del artículo.
*Titulo original
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