viernes, 19 de febrero de 2010

ARTICULO DE OPINION

Hoy leyendo el diario La Prensa encontré este artículo de opinión el cual considero refleja lo que muchas personas pensamos sobre la actuación del actual gobierno. Por considerarlo de interés y dado que muchisimas personas no leen La Prensa ( prefieren El Siglo y otros tabloides por el tipo de noticias que colocan estos en el renglón de "prensa amarilla"), lo reproduzco aquí con el único propósito de aumentar su alcance.


PATALEO POLÍTICO

¿Cuál institucionalidad democrática?

Antonio Saldaña
opinion@prensa.com

Los adversarios políticos del gobierno –cúpulas del Partido Revolucionario Democrático (PRD) y Partido Popular– parecieran arremeter contra “molinos de viento”. Sencillamente porque es un disparate político calificar las actuaciones del actual mandatario de la República de un “chavismo” orientado hacia la defenestración de la institucionalidad democrática, más allá del presidencialismo ejercido por casi todos los gobernantes pos invasión, con la sola excepción del presidente Guillermo Endara Galimany.

Ello es así porque tanto Ernesto Pérez Balladares como doña Mireya Moscoso y el hijo del general, durante sus respectivos mandatos adoptaron medidas políticas y administrativas para hacerse del control absoluto de los poderes del Estado. Nombraron u ordenaron denominar a contralores y procuradores, designaron magistrados de la Corte Suprema de Justicia y del Tribunal Electoral salidos todos de un selecto grupo de amigos o allegados políticos. Además de contar con una holgada mayoría en el Órgano Legislativo.

De manera que las posturas oportunistas y politiqueras de los líderes opositores reflejan más bien la falta de voluntad política (agallas) para someter al escrutinio nacional un proyecto de Nación alternativo a las políticas gubernamentales. En su lugar, recurren a un lenguaje demagógico cargado de inconsistencias, incoherencias y absolutamente incomprensible para la generalidad de los ciudadanos, sobre todo para los panameños de a pie.

No terminan de comprender –o las agendas políticas ocultas no se los permiten– que lo concreto para los hombres y mujeres comunes y corrientes son, por ejemplo, los 161 millones de balboas anuales de subsidio a la energía eléctrica y al combustible, los 92 millones de balboas para los 100 de los 70, los 47 millones de balboas para la Red de Oportunidades y los 188 millones de balboas para el programa denominado popularmente como el bono escolar.

“Soluciones” que satisfacen las expectativas de las mayorías nacionales empobrecidas en virtud de su precaria cultura política inculcada, precisamente por los “politicastros” que hoy se desgarran sus vestiduras y cubren de silicio sus cabezas, supuestamente en defensa de la institucionalidad democrática ¿Democracia para quién?

La verdad es que sí existe una diferencia abismal entre el presidencialismo de los anteriores mandatarios, el cual estuvo signado por proyectos políticos personalistas bañados por el cohecho; y el accionar del actual gobernante quien, desde una innegable perspectiva empresarial y con un marcado estilo político directo, ha exigido a las autoridades encargadas de impartir justicia, encarcelar también a los delincuentes de cuello blanco de la misma manera y con la misma diligencia con que los hijos de la cocinera son lanzados “por cualquier falta o delito a la ergástula de La Joya y La Joyita”.

Además porque trata de desarrollar un esquema de modernización del Estado para hacerlo más eficiente y una serie de medidas populistas con las cuales pretende saldar en parte los desajustes sociales o la enorme deuda social, herencia nefasta del pasado oligárquico liberal y neoliberal.

En conclusión, ni el presidencialismo, ni los afanes de reelección son criterios novedosos, ni el presidente Ricardo Martinelli es su inventor. Y mucho menos las escaramuzas presidenciales tachadas de “concentración de poder”, en el pasado reciente como tampoco en el presente, constituyen un atentado contra la institucionalidad demoliberal.

Pienso que la apócrifa preocupación de los dirigentes socialdemócratas (PRD) y demócratas cristianos (PP) vergonzantes, obedece al hecho cierto de que un político de derecha les ha arrebatado las banderas políticas populares y hoy, innegablemente, se sitúa en plena sintonía política con el pueblo, por supuesto no con los que se autoproclaman representantes de ese sufrido pueblo panameño.

¡Así de sencilla es la cosa!



fin del artículo.


Solo le falto agregar que todo esto "abanicado por los medios televisivos" que lo único que anuncian son las cosas que llaman, según su criterio, "negativas" obviando las cosas positivas. De hecho se han querido tomar el papel de ser los quienes dirimen los temas públicos y así vemos como para poder saber cosas positivas ya los personeros del gobierno tienen que ir a reportarse a los principales programas de opinión matutinos.


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